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Señor Delegado
Señor Delegado o señora Delegada del Gobierno de España en la Comunidad Balear: ignoro -no me interesa-, su identidad, sexo, lugar de nacimiento, estado civil, estudios realizados y características físicas. No se trata de un ardid.. Resulta muy fácil saber quién es, cómo se llama y cuánto tiempo lleva en el menester de la Delegación. Pero me da muchísima pereza descolgar el teléfono para preguntar algo tan innecesario. Usted, para mí, es la nada, y es más agradable escribirle a la nada que a un señor con bigote y barba o a una señora teñida de rubio o de color caoba, que está muy de moda lo del color caoba tirando a naranja del atardecielo, que no lo entiendo, pero se lo informo.
El pasado 22 de agosto, señor o señora, escribí un artículo en el que le hacía saber que en el islote de «Els Colomers», norte de Mallorca, inmediato a Formentor, habían plantado unos descerebrados de Pollensa la bandera republicana y la estrellada independentista catalana. Los hechos fueron denunciados a la Guardia Civil, que a su vez aguardaba sus órdenes para proceder al fin de la gamberrada. Una semana más tarde, nadie de la Guardia Civil ha recibido la orden de retirar las banderolas intrusas. Entienda, señor o señora, mi extrañeza por su falta de reacción y su escaso celo por respetar la legalidad de los símbolos en sus territorios delegados.
Pero he sabido que anteayer, 29 de agosto, ante la pasividad de las autoridades responsables, un grupo de siete jóvenes de dieciséis y diecisiete años, todas ellas mujeres, arribaron al islote a bordo de una «zodiac», y dos de ellas escalaron hasta la cima de «Els Colomers», quitaron la oriflama extemporánea y la insignia independentista e izaron en lo alto del mástil la Bandera de España. Siete niñas, señor o señora, establecieron la legalidad que usted despreció con su pasividad, su cobardía, su comodidad o su contento, que podría darse el caso de que el Delegado o la Delegada del Gobierno de España en Las Baleares fuera un partidario de los «Países Catalanes» de Carod-Rovira o un nostálgico de la efímera grímpola tricolor que tanto contribuyó al enfrentamiento entre los españoles. Porque la I República, señor o señora, mantuvo la Bandera cambiando el escudo, como hicieron los italianos con la suya cuando cayó la Monarquía y se proclamó la República. Pero usted, señor o señora, además de un inane paralizado por el miedo, es probablemente un pobre ignorante. De sus deberes y del pasado común.
Así que siete jóvenes, con muchos más reaños que su cómoda excelencia, le han resuelto el trabajo, que tampoco era para tanto. Firmar una orden a la Comandancia de la Guardia Civil no puede considerarse un esfuerzo agotador. Es usted, señor o señora, más vago o más vaga que la chaqueta de un guardia, según dice el lenguaje costumbrista de la Real Calle, que es la que manda en esto del idioma. Le han puesto en ridículo siete adolescentes que aman y defienden la Ley mucho más que usted, pobre hombre o pobre mujer, timorato o lánguida, atenazado por la mariconería conceptual de su falta de autoridad. Siete niñas, señor o señora, jugándose el tipo, le han puesto a usted el culo en pompa.
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