"Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corren me inclino a adorarla" (Alexis de Tocqueville)

viernes, noviembre 04, 2005

Alicia en el pais de las maravillas


Probablemente Vds. lo conocían ya, se publicó en el ABC en agosto de 2004, se trata de un cuentecillo de Carlos Rodríguez Braun que me encontré el otro día surfeando por ahí, desde entonces no paro de reirme. Lo tomo de "ajopringue" que lo mantiene colgado aqui:

CUANDO Alicia despertó, el dinosaurio crispador no estaba allí, y en su lugar vio a Rodríguez Zapatero. El sonriente líder ordenó:
-¡Que le corten la cabeza!
-No puede usted hacer eso- replicó la niña.
-¿Por qué?
-Porque mi cabeza es mía.
-¡Que no se la corten!- decidió Zapatero.
Alicia percibió que el talante estribaba en el despotismo ambivalente, y en afirmar tajantemente una cosa y la contraria. No obstante, como era una chica de principios, los mantuvo.
-Tampoco puede usted hacer eso.
-¿Y por qué?
-Por la misma razón. Mi cabeza es mía y no está sujeta a arbitrio alguno, ni sobre cortarla ni sobre no cortarla. La libertad es de las personas, no de los gobernantes. Tengo mis derechos, y sobre ellos usted no manda. ¿O al final voy a tener que agradecerle porque, abnegado, no me corta la cabeza?
-¡Pues entonces que se la corten!- tronó Zapatero; le puso y le quitó varias medallas al ministro Benissimo, y prosiguió-. Tendremos una rigurosa política antiterrorista, que consistirá en retirar nuestras tropas de los lugares donde hay terroristas. Bajaremos los impuestos y subiremos los gastos.
-Tampoco me parece…- empezó a musitar Alicia.
-No lo entiendes -interrumpió la profesora Caffasciarel- Al PSOE lo han votado los ciudadanos, y por tanto cuenta con legitimidad para hacer lo que quiera y lo que no quiera.
-Eso es totalitarismo- concluyó Alicia.
De inmediato fue rodeada por un grupo amenazador e insultante:
-¡Golpista!- gritó el cineasta que cobraba la subvención.
-¡Ultraliberal!- diagnosticó la tertuliana, rebuscando en el baúl de las etiquetas.
-¡Mentirosa!- acusó el manifestante espontáneo y organizado.
-¡Otro mundo es posible!- proclamó el pacifista blandiendo un cascote.
-¡La cultura no es una mercancía!- sentenció la ministra Cantante mientras obligaba a los demás a pagar.
-¡Agua para todos!- anunció la ministra Sifona secando a algunos.
-¡Viviendas baratas aquí!- prometió la ministra Truquillo encareciéndolas allí.
Aterrada, Alicia escapó al bosque y se topó con un pastel.
-Buenos días- saludó, educada -¿Quién es usted?
-Soy Centroide, el liberal.
–Qué bien, vengo precisamente de discutir con…
-Un momento- advirtió Centroide -Soy liberal pero de talante, que es lo que se lleva. Me alegro de que me saludes sólo con un «Buenos días», y no añadas eso de «a pesar del Gobierno», que escucho a veces por la radio.
-Pero siendo usted liberal, defenderá la libertad, supongo- arriesgó Alicia.
-Sí, claro- convino el pastel-, pero hay que ser liberal moderado, sensato, progresista, centrorreformista, social, dialogante y consensuador.
Algo desconcertada en un país donde los adjetivos contaban y los sustantivos no, Alicia procedió a relatar sus recientes contratiempos con Rodríguez Zapatero y sus amables iracundos.
-Como ve, hoy sí que me apetecería saludarlo con esa coletilla de «a pesar del Gobierno».
-Es que tenemos un problema- se lamentó Centroide.
-Sí, señor- lo secundó ella, animada -Son los enemigos de la libertad.
-No- corrigió Centroide-. Son los liberales. Nos hemos pasado de liberalismo, que es una ideología extremista, como el comunismo. Debemos dejar atrás la Sociedad Mont Pèlerin y buscar un nuevo equilibrio recuperando la política, porque la virtud está en el centro.
-Esto sí que es raro- protestó Alicia-. Comparar a los liberales con los comunistas, que son esencialmente totalitarios, me suena disparatado. Si mira usted la política de verdad, no la de las consignas del pensamiento único, comprobará que la exageración liberal es pura ficción; los Estados siguen siendo grandes y proliferan impuestos y regulaciones en todo el mundo. No hay que «recuperar» ninguna política porque nunca se perdió. La Mont Pèlerin no ha visto sus ideales liberales concretados, con lo que se entiende bien por qué hay que dejarlos atrás. Y la virtud está en el centro, pero sólo si los extremos son igualmente viciosos: ¿seriamente está usted recomendando un equilibrio entre la libertad y la coacción?
-Lo sospechaba- se quejó Centroide-. Eres una de esas ácratas puras que pretenden erigirse en aduanas liberales.
-No diga tonterías- se enfadó la niña -Ni ácrata liberal ni nada. Y en cuanto a las aduanas, es usted el que se ha puesto calificativos. Yo sólo pregunté por la libertad.
-Pero la libertad no se alcanza sola, hay que buscar un equilibrio democrático.
-Vale- intentó consensuar Alicia-, ¿Y qué papel le queda a la libertad?
-Dependerá de lo que decidan los ciudadanos.
-¿Y si sus preferencias son contradictorias?-, planteó Alicia, familiarizada con la literatura de la elección colectiva desde Condorcet.
-Habrá diálogo social- dijo Centroide -bueno, diálogo político y corporativo en representación social.
-Y mi cabeza, entonces, ¿de quién es?
-Es tuya, pero sometida a su función social.
-¿Mi cabeza tiene una función social?- preguntó Alicia, alarmadísima.
Pero Centroide no contestó, y Alicia observó que no se había quedado quieto. Buscando siempre el diálogo y el equilibrio, sin asidero ni principio alguno, se había desplazado. Como el capitán Hatteras siempre iba hacia el Norte, Centroide no cesaba de moverse hacia el centro.
Alicia lo siguió y ambos marcharon hacia donde Rodríguez Zapatero y los suyos festejaban el triunfo, cortando y no cortando cabezas. Se les fueron uniendo muchas otras personas, que animadamente charlaban y coincidían en que la alternancia era importante, y tampoco estaban tan mal las cosas. Un grupo, cruzando los dedos, entonó el viejo bolero: «Cuando calienta el Solbes». Centroide alabó el diálogo social y todos se arrancaron por el baile característico del país del talante, el Rock and Rawls.
En la garita seleccionadora del progresismo, montaba guardia la vicepresidenta Fernández de la Verja, que señaló malévolamente a Alicia y le gritó:
-Tú, sí, tú, la que tienes pinta de periodista peligrosa. Veamos tu talante. ¿A que desde que gobernamos los genuinos demócratas el aire es más puro y se respira mejor?
Alicia tosió.


Un saludo a todos y feliz fin de semana.

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