"Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corren me inclino a adorarla" (Alexis de Tocqueville)

martes, julio 11, 2006

¿Conseguirá la SGAE hundir a Ramoncín?

Y es que la SGAE no ha tenido mejor idea que salir en defensa de Ramoncín, el intelectual del pollo frito.

Por lo visto los camaradas de la izquierda auténtica, parapetados tras no se qué plataforma para romper no se qué silencio, asaltaron la sede de la SGAE parapetados tras máscaras con la cara del intelectual. No consta que se llevasen ningún jamón. Ni tan siquiera un ejemplar de algún CD de Víctor y Ana, esos otros humildes camaradas proletarios que jamás contratarían a una inmigrante sin papeles para limpiar en su casa.

Así que la indómita SGAE, esa asociación que cobra sus derechos hasta en conciertos benéficos y se dedica a perseguir a los dueños de bares con hilo musical, ha decidido defender a su defensor, señor Rey del Pollo Frito, y por ello ha pedido a todos sus socios que apoyen a este universal cantante (ejem) de melodías ignotas firmando en un folio una original declaración:

"Todos somos Ramoncín"



(eso lo será tu padre, pensará alguno).

La propuesta de pedir a sus socios que le compren un disco para ver si el muchacho vende algo fue desestimada. Y es que parecía abocada al fracaso. Porque eso ya era mucho pedir.

De traca.

Por cierto, que los de la SGAE son una pandilla de ...... (ya saben que andan de querellas; pongan el adjetivo que estimen oportuno) ya lo sabemos.

Pero hombre, personalizar todo ese cabreo contra estos señores que han conseguido que se apruebe un cánon totalitario que vulnera hasta la presunción de inocencia en este pobre hombre que en su vida ha vendido más de 100 discos... pues como que está fatal.

Además, la culpa no es de Ramoncín. En todo caso sería del imbécil que en su día hizo creer a este ingenuo e iletrado muchachito madrileño que él, gracias a que iba a presentar un concurso en La 2 llamado Lingo, estaba llamado a ser el nuevo Lázaro Carreter. Y Ramoncín se lo creyó. Y se lo creyó... y se lo creyó... y ahora ha terminado por ser defendido por la SGAE. ¿No les parece que en el pecado lleva la penitencia? Déjenlo en paz.

Las leyes se recurren en los tribunales. Ni asaltando la sede de la SGAE ni acosando al intelectual de Crónicas Marranas.

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