¿Y por qué Bono?
Quiero empezar estas reflexiones dejando bien claro mi más enérgica condena a cualquier intento de agresión que sufra cualquier persona en una manifestación. Sea Bono, o sean Rato y Piqué.
Mucho se habla estos días del intento de agresión al Ministro de Defensa, José Bono, en la manifestación convocada por la AVT el sábado pasado. Sin embargo, pocos son los que se preguntan el por qué justo a Bono (hay que resaltar que en la manifestación había otros dirigentes y cargos socialistas, como Rosa Díez -vitoreada-, Jordi Sevilla, Rafael Simancas...).
En primer lugar hay que resaltar que el Ministro Bono dice que él quiso ir a título particular, como un ciudadano más y por eso no se metió dentro del cordón de seguridad organizado por la AVT (los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la Policía Municipal e incluso el SAMUR estuvieron tan presentes como el Alto Comisionado de Algunas Víctimas), sino que se entremezcló entre las decenas de miles de manifestantes.
Olvida el Señor Bono que la condición de Ministro es inseparable de su persona y que se es Ministro mañana, tarde y noche.
Los políticos que se encontraban en la segunda cabecera de la Manifestación (la de ellos), salvo abucheos y aplausos (lo que Zapatero describe como libertad de opinión de los ciudadanos), no sufrieron ningún incidente.
Hay que mencionar también que hoy lunes, se ha descubierto que el Señor Bono, que iba a título personal y como ciudadano, según manifestaciones de testigos presenciales, acudió, como todo ciudadano a título personal, con una cámara de TVE+ detrás.
El Señor Bono es el Ministro que se había destacado, cuando se nombró el Gobierno, por su españolidad, por su defensa de la unidad de la Nación y por su oposición a los nacionalismos.
Empero, trás su llegada al Ministerio, muchos españoles pudimos descubrir cómo el discurso de este señor era un discurso hipócrita y fariseo.
Este señor es el que ha utilizado a los muertos del accidente del Yak para tratar de crucificar al su predecesor en el cargo, señor Federico Trillo.
Es el mismo señor que obligó a los estudiantes de la Academia Militar de Lérida a borrar de las montañas el lema " A España servir hasta morir".
Es el mismo que se pasa el día diciendo que defiende a España mientras humilla a su Ejército ("traidor" le llamaban), ataca sin piedad a la Iglesia Católica (una de las increpaciones dirigidas a él era la de "apóstata") y colabora en un Gobierno empeñado en destruir la Nación española, de la mano de sus socios nacionalistas (esos que pactan en Perpignan con los asesinos... los amigos de mis amigos, ya se sabe, son mis amigos).
Hay que recordar que la mayoría de los asesinados por la ETA durante 30 años (y ocultados miserablemente hasta la llegada al Gobierno del Partido Popular) han sido Policías, Guardias Civiles y militares.
Hay que recordar que la manifestación fue tratada de ocultar y minimizar por el Gobierno y sus corifeos mediáticos - que son todos los medios de comunicación salvo dos-. Hay que recordar la afrenta del día anterior del Alto Comisionado de Algunas víctimas.
Y lo pagó Bono. Quizá porque, como él bien sabe o debería saber, Jesúcristo expulsó del templo a los fariseos.
Ayer, simplemente, Bono descubrió que ya no engaña a nadie. Por querer jugar a dos bandas, se ha quedado fuera del todo.
Declara Bono que los que le insultaban eran "mayoría", y dice que desde que terminó la Dictadura en España jamás había sucedido algo así. Miente y a conciencia.
Miente cuando dice que eran mayoría los extremistas, tratando así, de convertir el lamentable hecho en calificación de las decenas de miles de asistentes en algo así como nazis. Y trata de culpar al Partido Popular y a Angel Acebes, aplaudido por la gente ("No, no no, Acebes no mintió" y "Acebes, Acebes").
Miente cuando dice que esto no había sucedido desde la Dictadura. No recuerda el señor Bono, o no quiere recordar, estos dos últimos años, donde desde el ex-Presidente del Gobierno hasta los interventores electorales del PP, pasando por Ministros y militantes, han sido agredidos e insultados de continuo, con la complicidad del Partido del Señor Bono, que no ha condenado aún determinadas actitudes.
Y además, cuando trata de comparar a los asistentes a la manifestación con extremistas simplemente hace lo que todo buen socialista: situarse más cerca de los verdugos que de las víctimas.
Señor Bono, no cuela. Ya no engaña a nadie. Su gran mérito político es el de haber podido ocultar durante tantos años lo hipócrita que es.