"Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corren me inclino a adorarla" (Alexis de Tocqueville)

viernes, junio 30, 2006

No sólo en Dinamarca

Nunca me han gustado las personas que se pasan el día sonriendo. No es que tenga nada en contra de una sonrisa. Una buena sonrisa, amplia, acogedora, sencilla, sin doblez, es uno de los gestos más bellos y embellecedores del ser humano; pero esa gente que se pasa el día entero sonriendo no suelen ser de mi agrado. Me pasa con algunos andaluces. No con todos, ni mucho menos y miren que he tenido yo una buena relación con no pocos andaluces en mi vida, pero existe ese tipo, prototipo, arquetipo diría yo, de andaluz de sonrisa perenne y permanente "eaa, eaa", "jiji", "jaja", que nunca sabe uno si vienen o van y más que andaluces parecen gallegos con pintas. Porque es verdad que a desorientar y no revelar la jugada juegan también muy bien los gallegos pero al menos a estos con su "sí, bueeeno", "sí, peeerooo" se les ve un gesto serio que no induce a dudas. Y tal vez algo de esto se vea reflejado en la política nacional, donde andaluces y gallegos han tenido y tienen un no poco importante papel en los dos grandes partidos (iba a decir "nacionales", pero de este tipo sólo queda uno) en España, o lo que de ella a duras penas aún queda.

Quizá por eso nunca me gustó Zetapé. Hoy se constata que estaba en lo cierto al desconfiar de él: Con maldito zumo de beleño sobre los oídos de la gente, Zetapé mata a España. En su boca las palabras se pervienten hasta perder su más glorioso significado y las vuelve obscenas. Lo que surca los cielos cuando Zetapé habla de "paz" no son palomas sino buitres carroñeros cerniéndose sobre las gentes de bien y los humildes que han luchado por vivir con dignidad en una sociedad donde vivir de acuerdo con la Ley ha supuesto vivir día a día con la terrible desventaja del que puede ser matado y no puede matar. Del que puede ser extorsionado y no puede extorsionar. Del que puede ser atropellado una y otra vez y no puede atropellar. Y del que viviendo así ha hecho de su vida un ejemplo de decencia y dignidad para todos los demás y no se ha planteado jamás rebajarse al nivel de la gentuza que sí le ha pisoteado cuanto ha podido. A estos es a los que en primer lugar Zetapé traiciona con su "paz" de carroñeros.

Al igual que en Dinamarca, la sombra de los muertos, del pasado, un pasado de dolor y lágrimas, clama justicia, clama por un lugar en el recuerdo para la memoria, por un pensamiento honesto por la dignidad. Tenía razón Hamlet: "Bueno será apuntar que puede uno sonreir y sonreir y ser un bellaco. A lo menos en Dinamarca...". Sí, también allí; pero no sólo en Dinamarca.

El Rey de Dinamarca perdió su reino y su vida por dejarse envenenar el oído mientras él dormía y así como Lengua de Serpiente embaucaba al monarca en El Señor de los Anillos, con venenosas palabras que vertía en sus oídos, así vierten palabras venenosas en los oídos de los españoles las lenguas de serpientes de Zetapé. Ayer se consumó la felonía. El monarca murió mientras dormía con veneno en los oídos del mismo modo que ayer vertió Zetapé la última gota de ponzoña en los oídos de los españoles. Pronta está ya la muerte; pero aún no todo está perdido. Cuanto tienen que hacer es girar la cabeza y dejar salir el veneno de sus tímpanos. La verdad se abrirá paso.

Aquí abajo hay un post sobre una concentración de Rosas Blancas. Yo pienso asistir, ¿y tu?

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