"Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corren me inclino a adorarla" (Alexis de Tocqueville)

viernes, marzo 31, 2006

A ver cómo explicamos esto

Salvo en estos últimos 25 años, nuestra historia constitucional es un recetario de fracasos, una gran página de fracasos. ¿Saben por qué? Todos lo sabemos porque todos la conocemos: porque normalmente se hicieron constituciones de partido, se hicieron normas políticas con el 51 por ciento, y las normas políticas con el 51 por ciento para ordenar la convivencia acaban en el fracaso. (Aplausos.) Esa es la diferencia, que uno puede, con toda legitimidad, gobernar con el 51 por ciento, pero para construir con legitimidad un orden político, una norma institucional básica, me da igual que sea una constitución o un estatuto político busquemos la denominación que queramos, no sirve el 51 por ciento. Lo que expreso en esta Cámara es que busquemos el 70, el 80, el cien por cien para una norma política institucional básica de Euskadi.
(ZP, Congreso de los Diputados, debate de toma en consideración de reforma del Estatuto de Autonomía del País Vasco, 1 de febrero de 2005, Diario de Sesiones)

Zenkiu, rhoads.

Otra:

Otra cosa es las posiciones progres, el progresismo... Mire usted, se lo diré con mucha claridad, prefiero que se acuerden de mi padre y de mi madre a que me llamen progre. La progresía es, ni más ni menos, que el sumidero por donde se han ido las ideas de la izquierda...

El problema mayor es que se quiere cambiar el modelo territorial a pellizcos. Pero no se hacen así las cosas. Lo adecuado es que se afrontara el problema de cara y se llegara a un acuerdo sobre qué tipo de España queremos. Y definir en una Constitución nueva qué estado queremos. No se hace así, sino que, arrastrados por el peso político y económico de Cataluña, se está realizando esta transformación a pellizcos. Yo no veto ninguna fórmula, pero que se diga. Que se plantee claramente y que lo decida el pueblo español, pero que no se plantee un cambio de modelo por la vía de los hechos consumados.
Claro que a esta situación se llega, en gran medida, a consecuencia de la política que se ha seguido en Andalucía. Quiero decir que, después de que en los ochenta esta tierra venciera en la calle a un gobierno y torciera los planes iniciales sobre las autonomías, Andalucía tendría que haber liderado a las autonomías del artículo 141, las autonomías a las que no se denomina como históricas. Pero no ha ocurrido así.
Rafael Escuredo tenía una cierta idea de lo que le explicaba antes, la necesidad de que Andalucía liderase la transformación de Estado, buscando el equilibrio territorial. Pero, ¿qué ocurre? Que a Escuredo, que era presidente de la Junta, lo puso en la calle su propio partido. Llegó luego Rodríguez de la Borbolla y, aunque era ya un pálido reflejo de Rafael Escuredo, también su partido le acabó cortando la cabeza. Y Chaves, en fin, es un funcionario. Si Andalucía hubiera ejercido el liderazgo que logró el 28 de febrero, no estarían ocurriendo estas cosas. Sin ese contrapeso andaluz, lo primero que se ha planteado en Cataluña es lo de siempre, la pela.
(Julio Anguita)

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