Catatonia constitucional
Hoy era el gran día. La culminación de un proceso que comenzó en Perpiñán. El gobierno trifacha de Cataluña ha perpetrado su traición a la patria presentando un proyecto de Estatuto altamente inconstitucional. Tan inconstitucional que el propio "comité de sabios", consultado por la Generalitat sobre su constitucionalidad, así lo declaró.
Cataluña no es una nación. ¿O creen ustedes que porque lo decidiese mayoritariamente el Congreso un ratón se convertiría en un león o Carod en persona decente y ZP en inteligente? Me temo que el socialismo -habrá que precederlo de nacional- no ha abandonado su visión de las instituciones democráticas como instrumento de clase. Ya no es, eso sí, de la clase proletaria, que sigue buscando sus pertenencias bajo las ruinas del Carmel, sino la del empresariado catalán y vasco, y la de una clase política corrupta. Es el resultado del 3%. También Hitler alcanzó el poder gracias a los industriales alemanes que vieron con buenos ojos su ascensión con las Walkirias. Flotar, también flota, Maragall, en una vaporosa nube de éter y de delirio abismal.
Lo malo de las cogorzas es siempre la resaca. Y aquí me temo que la cabeza le va a doler a más de uno. El texto no es sólo inconstitucional, sino ofensivo para todos los españoles a los que se nos ha hurtado el debate, no sólo en las urnas, sino también en los medios de comunicación. Sólo la voz en el desierto de la COPE, y alguna otra rara excepción, ha desdibujado el panorama de la perruna dependencia de la prensa con el poder. Todo ello a pesar de las amenazas y la censura que practica el nuevo Goebbels del gobierno, Montilla el ilustrado (por las revistas de ilustración que ha tenido que leer para llegar a ser Ministro).
Lo único bueno de todo esto es la dignidad y espíritu de respeto a los españoles que está demostrando el PP, y su líder Rajoy, único partido que defiende el imperio de la ley, la nación y las libertades en nuestro país. Así, ha decidido presentar recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para que anule la farsa del día de hoy y se rechace el Estatuto que deberá tramitarse como lo que es, una reforma constitucional.
Pase lo que pase la Constitución está muerta, porque el consenso que la ahormaba ha muerto bajo la sonrisa liberticida de José Luis, el niño que quiso reinar. O se rompe España o se rompe el PSOE. Y está claro que lo primero, no nos vamos a dejar.
Cataluña no es una nación. ¿O creen ustedes que porque lo decidiese mayoritariamente el Congreso un ratón se convertiría en un león o Carod en persona decente y ZP en inteligente? Me temo que el socialismo -habrá que precederlo de nacional- no ha abandonado su visión de las instituciones democráticas como instrumento de clase. Ya no es, eso sí, de la clase proletaria, que sigue buscando sus pertenencias bajo las ruinas del Carmel, sino la del empresariado catalán y vasco, y la de una clase política corrupta. Es el resultado del 3%. También Hitler alcanzó el poder gracias a los industriales alemanes que vieron con buenos ojos su ascensión con las Walkirias. Flotar, también flota, Maragall, en una vaporosa nube de éter y de delirio abismal.
Lo malo de las cogorzas es siempre la resaca. Y aquí me temo que la cabeza le va a doler a más de uno. El texto no es sólo inconstitucional, sino ofensivo para todos los españoles a los que se nos ha hurtado el debate, no sólo en las urnas, sino también en los medios de comunicación. Sólo la voz en el desierto de la COPE, y alguna otra rara excepción, ha desdibujado el panorama de la perruna dependencia de la prensa con el poder. Todo ello a pesar de las amenazas y la censura que practica el nuevo Goebbels del gobierno, Montilla el ilustrado (por las revistas de ilustración que ha tenido que leer para llegar a ser Ministro).
Lo único bueno de todo esto es la dignidad y espíritu de respeto a los españoles que está demostrando el PP, y su líder Rajoy, único partido que defiende el imperio de la ley, la nación y las libertades en nuestro país. Así, ha decidido presentar recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para que anule la farsa del día de hoy y se rechace el Estatuto que deberá tramitarse como lo que es, una reforma constitucional.
Pase lo que pase la Constitución está muerta, porque el consenso que la ahormaba ha muerto bajo la sonrisa liberticida de José Luis, el niño que quiso reinar. O se rompe España o se rompe el PSOE. Y está claro que lo primero, no nos vamos a dejar.
