"Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corren me inclino a adorarla" (Alexis de Tocqueville)

martes, noviembre 22, 2005

Tiene que ver con la libertad, por Iñaki Ezkerra, hoy, en La Razón



El increíble linchamiento que en las últimas semanas está sufriendo Federico Jiménez Losantos da la exacta medida de hasta dónde ha llegado la degradación política en España. No se trata de un par de hechos aislados sino de un paisaje y de un ambiente en los que lo más grave de todo no es ya la voluntad gangsteril de unos tipejos que tienen responsabilidades públicas por imponer la censura al precio que sea -con lo grave que eso es- sino que encima lo dicen y les parece normal.

Pero de dónde ha salido esta gentuza, qué educación han tenido en sus casas, qué atmósfera macarra han podido respirar en sus partidos, ¡qué se han creído!

Uno se da cuenta de hasta dónde ha llegado en este país la subcultura del «todo vale» que triunfó electoralmente en el 14-M cuando observa este impune y chulesco desfile de linchadores en el que no faltan políticos del PSOE, del PSC y ERC, periodistas y hasta un juez chiflado que hace metafóras con la idea de tirotearle al corazón a alguien a quien ya le tiroteó en su día en las piernas Terra Lliure.

Y toda esta singular ofensiva contra los derechos más elementales está teniendo lugar en una sociedad en la que, en nombre de la libertad de expresión, se ha permitido obscena y alegremente durante años y años a medios de comunicación, partidos, grupos de música y directores de cine humillar de un modo sádico a las víctimas del terrorismo.


¿Dónde está hoy el cineasta Miérdem para solidarizarse con Federico y reclamar la libertad de expresión que él usó para mezclar imágenes de atentados con otras de deportes rurales, suplantar a las víctimas y hacerse él la víctima de un inexistente linchamiento? ¿Dónde están los que se solidarizaron con él? ¿No se solidarizan hoy con Federico porque éste ni aún cuando es de veras linchado pone la cara de mosquita muerta de aquél sino muestra, valiente y honesto, su sonrisa de mosquito cojonero?

Hay gente que dice que no puede afeitarse por las mañanas con Federico porque se le dispara la adrenalina y se pone como una moto y se acaba cortando la cara. A mí en cambio me relaja, como oír a César Vidal o a Carlos Herrera, cada uno en su estilo. Me tranquiliza y -lo más importante- me hace reír con él. A mí me dispararan la adrenalina otras cosas. Yo es que estoy de acuerdo con Federico hasta cuando no estoy de acuerdo. Quiero decir que, aunque a veces no comparta su opinión, me entra una profunda alegría interior -¡y exterior!- de saber que existe alguien así que no se casa con nadie y madruga para darle un repasillo a quien se tercie, tanto si es un sociata julai como si es un pepero capullo.

Alguien insobornable a la hora de cortar la digestión del desayuno a todos esos chulos de nuestra política que creían que habían ganado una guerra civil con las bombas de Atocha y que ésto era ya tierra conquistada. Aún me acuerdo de los días que sucedieron a aquellas elecciones, los vaticinios con los que algunos te amenazaban: «Estos van a estar veinte años en el poder». No han pasado veinte meses y ya no se oyen esos vaticinios. Mucho tiene que ver con la conquista de esa libertad este hombre que habla desde Radio París, quiero decir desde la Cope.

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