"Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad, pero en los tiempos que corren me inclino a adorarla" (Alexis de Tocqueville)

sábado, noviembre 19, 2005

Matrix Reloaded



24 horas sin ADSL, ha sido como una viaje al pasado. Concretamente, un viaje a la edad de piedra. Afortunadamente, unas manos amigas y un poco de paciencia han conseguido resolver el problema de conexión de mi router. Las nuevas tecnologías han penetrado en nuestras vidas, casi sin darnos cuenta, y forman parte ya de una cultura incipiente en la que cada uno de nosotros está llamado a desempeñar un papel activo. No es ya tan sólo una ventana abierta al mundo, sino un cruce de caminos en donde hacer amigos, hacer negocios; en donde aprender y, sobre todo, en donde podemos participar de mil formas en nuestro entorno y ELEGIR NUESTRO FUTURO. Es la revolución del individuo frente a las naciones, frente a la burocracia, los monopolios económicos, las élites intelectuales,...

El jueves pasado Enrique Dans impartió, en el marco del Forum Mundial de las nuevas Tecnologías, una charla sobre Blogs e Internet 2.0. Comenzó su extravangante presentación con una metáfora extraída de la película Matrix, utilizando un corte en que aparece el protagonista principal, Keanu Reeves, que se ve confrontado a la decisión de ingerir dos diferentes pastillas de colores. Si optaba por la primera seguiría viviendo en un mundo irreal, enganchado a una realidad engañosa y sirviendo de pila a una gran máquina que sostiene el sistema. Algo similar a la guerra de los mundos de H. G. Welles, que a mí me recuerda al Estado Minotauro de Jouvenel. Es decir, me recuerda la sociedad del Estado del Bienestar en donde los individuos nos convertimos en meros componentes del sistema que, si bien nos promete la seguridad de la placenta, nos mantiene unidos por un cordón umbilical que sirve a la vez de chupona y suministrador de alimentos.

Volviendo a Matrix, si Neo (Reeves) optaba por la pastilla roja podría ver la realidad con sus propios ojos. Quizá esta metáfora se nos antoja excesiva, y me temo que los entusiastas de la red se equivocan, en cierto modo, con la fascinación que ejerce la tecnología e Internet. Comparto la idea de que la Red favorece la elección del individuo y su capacidad de participación. No obstante, me preocupa observar como nuestros hiperentusiastas de la red obvian los peligros que entraña. Los anarcocapitalistas estarían encantados con esa visión caótica de la red en donde impera la ley del hombre máquina. A mí, me preocupa, sin embargo, que la pastilla que nos acabemos tomando nos conduzca, no a ver la luz, sino a un mundo irreal. Un mundo en donde todo esté controlado por una "mano invisible" -no la de Adam Smith- que espíe tu conducta, diseñe tu perfil, y configure un mundo a tu medida. Ese marketing personalizado puede, al final, convertirse en un arma de doble filo, que nos haga la vida más agradable a cambio de entregar nuestra libertad a manos de un desconocido. En la red todo deja rastro y, quien no se maneje con soltura, puede ser espiado y controlado. Hasta tal punto de que se conozcan sus preferencias políticas, religiosas, sexuales, su perfil sanitario, sus problemas familiares....

Mucho se ha hablado de la propiedad intelectual y muchos son los casos de demandas multimillonarias por infracción de derechos de autor. La polémica se mantiene viva por los intereses legítimos de los autores y menos legítimos de las sociedades de amigos del dinero ajeno como la SGAE. No se trata de perseguir al usuario. Además, habiendo medios tecnológicos para solventar la realización de copias ilegales, parece absurdo inculpar al eslabón más débil de la cadena. El mercado debe evolucionar y adaptarse a las nuevas necesidades y a los avances tecnológicos. Las productoras están abocadas a desaparecer o, cuando menos, perder su papel de canalizadores de la creatividad y de creadores de estrellas. Cualquiera puede producir y distribuir sus discos a bajo coste. Por ello, deben empezar a pensar en bajar los precios -nada difícil cuando se han reducido los costes de producción- y ofrecer servicios de valor añadido. No por ello, deja de ser fundamental un correcto tratamiento de los derechos de autor en Internet si queremos que Internet sirva no tan sólo para chatear, sino para poner a disposición del público las creaciones intelectuales de muchos espontáneos deseosos de difundir sus creaciones. Nuevamente, los tecnólogos e hiperoptimistas de la red vuelven a errar su enfoque, creyendo que todo vale.

Lo decía Alvin Toffler el miércoles pasado, estamos viviendo unos cambios profundos en nuestras sociedades, mayores que los que produjo la imprenta de Gutenberg. Esos cambios van a afectar - o, mejor dicho, lo están haciendo ya- a nuestras costumbres, nuestros valores, nuestra manera de comunicarnos, nuestra economía, la forma de hacer política, y, por ello, entiendo que es necesario que el imperio de la ley no sea ajeno a este nuevo mundo. No como un freno a su imparable avance, no para recortar libertades, pero sí para proteger nuestros derechos. El derecho a la intimidad, al honor, a la propia imagen, o, el derecho de propiedad (como es el caso de las creaciones intelectuales).

En cuanto a los blogs, es emocionante saber que estás participando en una auténtica revolución cultural hacia una sociedad participativa. Así, para Dans, no se trata de una nueva moda tecnológica que pronto se verá superada por otra más moderna, sino de la aparición de un nuevo modelo de sociedad. El modelo de la Sociedad de la Información. Tiene mucha razón cuando afirma que ni políticos, ni empresarios, le prestan suficiente atención a este fenómeno. Sin embargo, su capacidad para difundir información a través de una extensa red debería hacerles reflexionar. De momento, muchos dan la espalda a un fenómeno que está cambiando nuestra forma de relacionarnos. Existen honrosas excepciones, como el blog de Arístegui o de José Luis Moreno, pero por lo general todavía muchos caminan de espaldas a la nueva realidad que ya está ahí...No podemos dejar escapar el tren de la tecnología, pero tampoco debemos dejar que nos domine. Es el nuevo reto de la Humanidad.

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