La ley del embudo
Aquí, la derecha ha descubierto la justicia al revés o, si se prefiere, a la carta. Aquí, los policías que osan conducir a comisaría –aun tratándolos con exquisitez versallesca- a unos ciudadanos del PP, presuntos agresores del ministro José Bono, al que acosaron, insultaron y amenazaron, son los que van a la cárcel con sentencia judicial condenatoria. ¿Sólo debe detener la policía a los delincuentes convictos y confesos? Peligrosa teoría que únicamente pueden sostener esos demagogos mediáticos -de agua bendita y sacristía- que van diciendo por doquier que el Gobierno patrocina la persecución del PP, que los agentes policiales son chequistas o que la policía de Zapatero recuerda a la Gestapo.
Si en este país la derecha tuviera un gramo de decencia intelectual, el único que tendría que haber dimitido después de tan escandaloso veredicto sería el juez Manuel Hidalgo. O sea, el ex policía Hidalgo, cocinero antes que fraile. ¿Por qué? Porque ha aplicado a los agentes implicados en la investigación del llamado caso Bono la ley del embudo. En el 2004 el mismo tribunal presidido por Hidalgo absolvió a los policías que provocaron serias lesiones a un sindicalista de UGT a raíz de una huelga de cuatro años antes. A un sindicalista, ni agua. A militantes peperos, mil perdones. A los agentes que los detuvieron ¡tres horas!, al paredón del oprobio profesional.
Aquí, sorprendente paraíso de dos pesos y dos medidas, judicialmente vale todo. O casi todo. La justicia intentó llegar hasta el fondo de los GAL y se llevó por delante al ministro Barrionuevo, al secretario de Estado de Seguridad, Vera, y a punto estuvo de empapelar a González. Pero los antecedentes de los GAL –la Triple A, el Batallón Vasco-Español o el affaire Cubillo, por ejemplo, que podrían perjudicar a los conservadores- fueron archivados, duermen el sueño de los justos y a vivir que son dos días. El asunto Naseiro –lleno de cintas comprometedoras para los zaplanas boys- lo sustanció el Supremo haciéndolo desaparecer del escenario. Lo contrario de lo que le ocurrió al caso Filesa.
Pero, al menos,
que no nos tomen por cretinos. Lo digo por Esperanza Aguirre, que llegó por cierto a la presidencia de Madrid con la justicia mirando hacia otro lado. Conocida la increíble sentencia, se puso chulapa y señalando implícitamente a Zapatero dijo aquello de que en Gran Bretaña, si hubiera pasado algo igual, Toby Blair habría ya dimitido. El pasado 24 de julio, la policía británica mató por error al joven brasileño Jean Charles de Menezes, al que confundió con un terrorista.
Para Aguirre matar a un inocente debe de ser menos grave que interrogar a dos personas afiliadas al PP.
Y como no, todo esto lo ha soltado
"copito de nieve".
PD: La verdad, empiezo a pensar que lo de kikg es delictivo. No es que quiera aburrir ni dar propaganda con el tema, pero es que está rozando el delito con los militantes del PP. ¿Alguien que sepa de leyes puede aconsejarnos?.